Aprendiendo a ir al médico

Un día te levantas con molestias. Reconoces los síntomas y sabes que toca ir al médico. Y como es algo que no has hecho antes en tu nuevo país, sabes que ese día te toca aprender.

Sabes que en el Pueblo hay un hospital pero no es nada serio así que no vas a ir a urgencias… ¿entonces? ¿dónde hay que ir? ¿qué hay que hacer?

Lo primero, llamar a quien ya lleva aquí una temporada larga, son nuestra principal fuente de referencias, pero en este caso las instrucciones no son muy claras… ellos no han tenido que ir al médico de cabecera así que desconocen los pasos pero me dan unas indicaciones de dónde podría ir.

Primera opción, ir a un centro de salud. Al llegar a uno de los centros que tenemos en el Pueblo me dicen que para que me puedan atender tengo que estar registrada. Y que si no lo estoy tardarán unas seis semanas en asignarme un médico. Mmmm… vale, pues para hoy esta solución no me sirve. Eso sí, tomo nota: tengo que llevar nuestros datos y hacer el registro, por si acaso.

Como suponía que en cualquiera de los otros centros me va a pasar lo mismo, voy directamente al plan B. A la farmacia de la calle 31. En esa farmacia hay algo que llaman ‘minute clinic’ que no es ni más ni menos que una consulta con una enfermera que te puede atender para cuestiones menores. Y ahí sí, la atención fue bastante rápida y la sensación muy buena. Sólo hay una diferencia importante: nada más decirte que te sientes, antes incluso de preguntarte qué es lo que te pasa, te preguntan si tienes seguro médico. Y, una vez que saben cómo van a cobrar, te atienden a la perfección.

pillsforblog

Cuando tienes tu diagnóstico, mandan la receta a la farmacia (la receta no pasa por manos del paciente en ningún momento), pagas y vas a recoger tu bote con pastillas. Y adivinad cómo es el bote… ¡pues como en las películas! Y con el número exacto de comprimidos que te han recetado (¡minipunto para ellos! me gusta que no queden pastillas rodando por el botiquín).

Un par de horas después de haber salido, vuelvo a casa con mi tratamiento y con un montón de pensamientos variados:

  • lección de ‘cómo ir al médico’, aprendida
  • al no encontrarme muy mal, disfruté del aprendizaje (¡bien!)
  • qué torpes somos en entornos desconocidos
  • si te relajas y eres capaz de reírte de ti mismo, esa torpeza es divertida
  • menos mal que no me encontraba muy mal (sí, ya sé que es pensamiento repetido… pero es que lo pensé varias veces ;o)
  • tenemos que registrarnos en un centro de salud y no esperar a estar malos de verdad
  • la atención que recibí fue muy buena
  • la atención que recibí ma pareció cara
  • los medicamentos me parecieron caros
  • es posible que me parezca caro porque es la primera vez que pago el coste íntegro de una consulta de cabecera (y ni en este caso ni siquiera era un médico) y de unos medicamentos
  • qué suerte tenemos de tener sanidad pública en España
  • los seguros médicos que contrato cuando salgo de Europa, compensan
  • si no hubiera hablado inglés, posiblemente habría pasado un mal trago
  • si no hubiera tenido seguro o dinero no me habrían atendido a menos que mi vida hubiera estado en peligro
  • qué suerte que hablo inglés, qué suerte que tenemos amigos a los que preguntar, qué suerte que no nos tenemos que preocupar por el seguro o el dinero… en resumen, qué suerte tengo ¿no?
  • ¿cómo será todo esto para un extranjero no comunitario en España?

 

[Añadido: ya estoy bien del todo, esto fue hace varias semanas, no fue nada serio y el tratamiento que me dieron funcionó a la perfección :o) ]

 

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